Arquitectura responsable: cómo lograr edificios eficientes sin perder identidad

La sostenibilidad en la construcción dejó de ser una tendencia para convertirse en una necesidad ineludible. En la Argentina, el desafío es equilibrar eficiencia energética, confort y respeto por el patrimonio arquitectónico.

Arquitectura02/12/2025MERCADOiMERCADOi
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En la práctica arquitectónica actual nos enfrentamos todos los días a decisiones que van más allá de la estética: cada una afecta no solo la funcionalidad del espacio, sino también su huella energética y su capacidad de adaptarse al futuro. La pregunta ya no es si nuestros edificios serán sostenibles, sino cómo logramos que lo sean sin comprometer su esencia.

Durante años, hablar de eficiencia energética y energías renovables parecía un tema aspiracional. Hoy es parte de la práctica profesional cotidiana. Todos hemos sentido la presión de cumplir con normativas, optimizar costos operativos y responder a clientes cada vez más conscientes del impacto ambiental. La sostenibilidad dejó de ser una tendencia y se convirtió en un requisito ineludible, especialmente en lo que se refiere a confort térmico, ventilación y consumo energético.

El desafío es particularmente complejo en la Argentina: nuestro parque edilicio incluye edificios históricos y residencias sin conexión de gas domiciliaria, mientras los costos energéticos siguen aumentando. Modernizar estas construcciones exige soluciones que sean eficientes y respeten la arquitectura existente. Entonces, la pregunta es: ¿cómo intervenimos sin traicionar la identidad del edificio y a la vez garantizamos confort y eficiencia?

Los proyectos nuevos nos dan la ventaja de integrar criterios sostenibles desde el diseño. Podemos planificar sistemas que reduzcan el consumo energético y aprovechen energías renovables. Pero el verdadero reto está en los edificios existentes, donde las limitaciones estructurales y la conservación patrimonial requieren creatividad y precisión técnica.

Tomemos el ejemplo del Banco Hipotecario (antiguo Banco de Londres), una obra emblemática de la arquitectura moderna argentina que todos reconocemos por su fachada y su audaz integración con el espacio urbano. Diseñado en la década del 60 por Clorindo Testa, el edificio rompe con la rigidez de la arquitectura bancaria tradicional: sus voladizos, los niveles suspendidos y las perforaciones geométricas en hormigón permiten la entrada de luz natural y conectan el interior con la ciudad. Modernizar un lugar así no significa borrar el pasado, sino permitirle respirar hacia el futuro. Incorporar sistemas de climatización y ventilación eficientes, con tecnologías de renovación de aire, demuestra que es posible combinar patrimonio, confort y sostenibilidad, respetando al mismo tiempo la riqueza estética y la audacia estructural que lo hicieron icónico.

Más allá de casos emblemáticos, la tendencia se refleja en hospitales, bancos y organismos que invierten en la optimización de energía. Sistemas como VRV de climatización variable se consolidan como aliados estratégicos: regulan el flujo de aire y la temperatura, se adaptan a espacios complejos, ajustan el consumo según la demanda y permiten remodelaciones sin afectar la estructura existente. Son herramientas que responden a un desafío que enfrentamos todos en nuestra práctica profesional.

La transición hacia edificios sostenibles no es solo una obligación normativa, sino una oportunidad. Espacios eficientes atraen a inquilinos, compradores e inversores, y reducen costos operativos. Diseñar sostenible se vuelve rentable, y también responsable.

El dilema está planteado: ¿seremos los arquitectos que lideran este cambio o los que corren detrás? La construcción en Argentina ya eligió su rumbo, y nosotros también debemos decidir nuestro papel en esa transformación.

Fuente: La Nación 

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